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A pesar de las apariencias y de lo que algunos crean, el P. Batllori, además de un gran investigador, es un hombre que destaca por su ecuanimidad, honestidad e independencia.

Naturalmente es un catalán, ama a Cataluña y lucha por su tierra, por sus gentes y por su cultura, especialmente por su lengua, como debe ser, y esto nadie se lo puede ni debe reprochar, ya que es más bien un ejemplo a seguir. Pero lo hace desde el respeto a las otras tierras, a las otras gentes y las otras culturas, como debe ser también y esto no puede dar motivo a alabanza porque es una obligación, un deber, de todos.

Pero es un hombre honesto, libre e independiente: cuando no le gusta algo y debe decirlo, lo dice, guste o no guste, moleste o no moleste, porque, además, tiene derecho a ello.

En esta ocasión, de nuevo, ha dicho verdades como puños, verdades que nos afectan a nosotros, los valencianos, y que algunos que viven aquí debieran recoger y asumir para evitar el daño que están produciendo con su ignorancia y fanatismo.

Dice el P. Batllori «que lo que está intentando imponer en Valencia y Baleares, como lengua literaria, es el dialecto infame de Barcelona, provocando más prevención la actitud presuntuosa de los barceloneses que la actitud general de Cataluña», lo cual, según el erudito jesuita «es totalmente anticatalán, ya que en estos lugares nunca se aceptará que un dialecto tan infame como el de Barcelona se pueda imponer como lengua nacional», en referencia al «pancatalanismo de allá y de aquí que intenta imponer lo dels Països Catalans».

Y lo ha dicho, nada más y nada menos, que desde una cátedra de la Universidad de Gerona, públicamente, a los cuatro vientos y ante personal cualificado, no en una tertulia, charla o entrevista de café-

Y este dialecto del catalán, infame e infecto, el de Barcelona o barceloní, es el que intentan imponer aquí, desde la Universidad Literaria y desde la Conselleria de Cultura de manera directa y ordenancista.

También es el que aceptaban, por ignorancia y papanatismo, contribuyendo a su difusión, los que dicen utilizar las Normas del 32, que en realidad lo que utilizan es la normativa fabriana, la cual, como todo el mundo mediante culto o «leído» en materia lingüística, sabe que es la del Institut d’Estudis Catalans, hecha fundamentalmente sobre el dialecto barceloní, es decir, sobre el dialecto infame e infecto del P. Batllori.

Y después de estas declaraciones, si los que promueven esta auténtica vergüenza nacional no son capaces de reflexionar ni rectificar es que han llegado al límite de su degradación, y si la sociedad valenciana no es tampoco capaz de sacudirse esta lacra social y cultural será, porque, sin duda, merecerá lo que tiene.

El P. Batllori ha puesto, de nuevo, el dedo en la llega. Tenemos esperanza de que haya clamado en el desierto.

José Aparicio Pérez (Las Provincias, 02/11/1992)